viernes, 17 de septiembre de 2010
El 16 de setiembre no fue la noche de los lápices...
La mañana del 24 de marzo de 1976, yo no me quería ni despertar. Y escuchaba las marchas y me acordaba del local de la JP de la RA con un parlantito colgado de un balcón a la calle con una castigada marcha peronista mientras la radio privada repetía una y otra vez las proclamas de la rebelión del brigadier Capellini.
Y que cuando mi viejo me dejó elegir irme a vivir con el a Río Gallegos, esto no estaba en sus planes. No se si fue que un viejo militante nos demoró lo suficiente o que el golpe terminó antes de los 40 kilómetros de ripio. El tema es que ninguno de los propagandistas del proceso, ni de las Fuerzas Armadas leales, ni siquiera del gobierno de la provincia se enteraron de que estábamos dispuestos a dar la vida por Perón, Isabel Perón, a Perón ya lo habían matado.
Y eso nos salvó la vida, como no nos la hubiera salvado que mi amigo fuera el hijo del jefe de policía de la provincia y yo el del fiscal de estado de la intervención federal.
Eso de cerrar los ojos y volver a dormir, antes de enamorarme, me había pasado a los seis o siete años, cuando de madrugada, un auto, atropelló a mi cachorro.
Pero ahí estaba.
A pesar de que no había nada más alejado de la guerrilla que un peronista, eso a los milicos no les preocupaba. No les preocupaba nada.
Así que nos quedamos sin laburo, todos, allá en Gallegos y en Buenos Aires y al otro mes me tocó la colimba.
Recién ahora me doy cuenta porque mi viejo la tenía tan clara. Ahora que entiendo profundamente a la Libertadora.
Y no es que le arrugáramos, porque no había que cobrar al pedo y caminar era muy difícil. Cuando te preguntaban de dónde venías tenías que justificar cada boleto de bondi que te quedó en el bolsillo. Pero tampoco se las dejábamos tan fácil. Era común que las blitz contra motociclistas terminaran en fuga y boxindanga, a pesar de los falcon y del proceso y del mismo Cacciatore.
Ahora no se como es porque ahora yo paro, pero antes, en las barreras, no parábamos.
Y en el medio, los que quedaban de los que le venían dando a muerte a Isabelita, salían a comerse a Videla que era mucho más fácil, porque a Videla no lo había votado el 63 por ciento del pueblo argentino, Videla no iba a expulsar a los cañonazos a los buques ingleses de Malvinas, más bien iba a reemplazar la ley contra el terrorismo económico por la ley de entidades financieras de Martínez de Hoz, vigente en nuestros días. El movimiento obrero ya mostraba lo que conocemos y los que no, fueron presos o desaparecidos. Pero claro. Ahora entiendo.
Cuando los cagones que solo habíamos perdido a Perón y al gobierno de la patria grande y el pueblo feliz queríamos desensillar hasta que aclare, los pibes seguían metiendo pila. Y caño. Y dale que ya la volteamos a Isabel y ahora nos comemos a Videla.
Y Videla y Camps y Etchecolatz y Bussi y Menéndez y la puta madre que los parió se llevaban a las comisiones internas de fábrica enteras y a los equipos de fútbol y de rugby enteros. Y la iglesia vendía indulgencias. Y por mear atrás de un árbol tu vida estuvo en riesgo.
Y a esa altura los milicos ya eran tan hijos de puta que los guerrilleros parecían el ejército de salvación. Algo así. Medio uniformaditos, pesados, pero buena gente.
Y dos por tres reventaban a algún judío o prestamista. Y se sabía que eran los mismos que se llevaron a los maestros y a los sicólogos y a los sociólogos y a algunos socialistas.
Y como siempre arrancó de los gremios.
Y fue como era antes del 73, eso de juntarse en una esquina y cantar la marcha y tirar volantes y salir corriendo para otra esquina. El 30 de Marzo. Con Saul Ubaldini. Y Lorenzo Miguel. Y las Madres…Que en esa época Saul, era el único dirigente nacional, que le daba bola a las Madres.
Y nos volvieron a cagar.
Porque la democracia que vino, no la ganamos en la calle a golpes y cachetazos y a presos y a torturados y a desaparecidos y a asesinados de un solo bando: argentinos. Los muertos del genocidio, eran argentinos. Los militares estaban ligados a las industrias militares y astilleros. Los empresarios, a la industria nacional. Los gremialistas, a los gremios de la industria nacional. Los militantes eran los revolucionarios. Inocentes. De los muertos, casi todos. Los asesinos están vivos. Se reparten el poder en nombre de la Reina.
Esta democracia es la hija bastarda de la derrota militar contra Inglaterra en la Batalla de las Islas Malvinas.
Esta democracia la perdimos.
Porque ese viejo cagón que se subió a la patrullera paraguaya sabía que la Armada estaba bombardeando Mar del Plata, e iba a cañonear La Plata y Buenos Aires. Perón sabía que el movimiento se había corrompido por dentro. Que sin Evita no era lo mismo.
Y cuando el Coroenl Phillipeax le daba armas al pueblo, solo el Pueblo, Perón y él perdían.
Y Perón prefirió irse antes que ser responsable del genocidio.
Y nuestros padres recordaron los días felices.
En que el pueblo era feliz. Y la patria era grande. Y las zapatillas. Y los azulejos en el baño. Y Pascual Pérez, y Mary Therán, y Vito Dumas…
Y Mary se tiró de un balcón. Y Vito y Pascual murieron de pena, como, Marechal.
Y hoy estos montoneros hijos de puta me vienen a contar que le garparon 2 gambas y media verde a los pelotudos que peleaban por el boleto estudiantil en el 76 o a la familia de los que vinieron para la contraofensiva revolucionaria del 79, cuando mis amigos mototoqueros se acuerdan de que en las marchas del mundial, por avenida santa fe, como los riders del easy destino, marchábamos por avenida santa fe la del blues, y repartíamos volantes denunciando la existencia de centros de detención.
Fuera de Elenita Holmberg y los amigos de Massera.
Its over my friend. Chega minino. Cest finny.
Nadie le pagó dos gamba verde a la familia del Man que le pegó con la 400 a un ómnibus en Castro Barros y Venezuela.
Nadie le pagó dos gambas y media a la familia de Jesús, el del Tano Nicola y después de la Zanella y después de un tiro en la espalda.
Nadie le pagó al motoquero que pensó que entraba, y no entró en la curva…
Y porqué le tenemos que pagar todos nosotros a la familia de esos pelotudos que se pensaban que somos todos tan giles que los precisábamos para cambiar la vida.
Y nadie le paga esa guita a la familia de Hermindo y los otros boludos que se bañaban en el cuartel mientras fueron daño colateral de los Montoneros?
Y no voy a hablar de María Crisitna o de Paula o..
O de las chicas que mueren en la mesa del aborto clandestino, en la ficha del cabaret, en la banquina de las rutas que alguna vez nos hicieron soñar?
Porque… de los Cáceres, de los Berdina, de los Genta, de los Rucci, de los Villar, de los del poli de la esquina, del colimba de guardia, del tachero, del colectivero, de la señora que pasaba, del portero…
Yo recuerdo el orgullo del profesor Julio González cuando dice que son los cómplices y actores de la usurpación del poder popular los que deben pagar los daños.
Por no hablar de los que murieron en combate.
Que mi bala sea certera pero que mi disparo salga sin odio.
Esos, eran los nuestros.
Los demás, mercenarios vendidos al oro extranjero o estúpidos, imberbes que gritan.
Yo conocí a Quebracho, era mi jefe de prensa, de la juventud.
Y conocí a la familia de Ricardo de la Lama.
Y a los hijos de Derick.
Y fui compañero de Smith y de Salamanca.
De Gody y de algunos pibes de la eme y del perrote.
Y acá estamos y mi vieja me dice que es la noche de los lápices.
Y le digo mamá, es el aniversario de la libertadora.
Nosotros no tenemos culpa del 76.
Nosotros los sufrimos.
No nos hacemos cargo de los que lo hicieron.
Porque yo hoy te digo, que si en estos días en el 76 venías con el medio boleto contra la dictadura, broder, si no te maba el milico te iba a matar el transa.
Y sigo pensando que de todo esto que vivimos, si no nos dejamos seguir cagando, vamos a hacer realidad la argentina grande con que San Martín soñó.
Y porque nunca es tarde cuando Mahoma va a las Malvinas, les digo.
Que el 63 por ciento que fue derrotado el 24 de Marzo.
Ese que salió el 30 de marzo y el 2 de Abril.
Está esperando su oportunidad de ser definitivamente una nación industrial, científica y técnica, grande, justa y soberana, con un pueblo feliz en una patria grande.
No se si los viviremos nosotros.
A nosotros nos contaron de los días peronistas.
Vamos a ver si damos un gesto.
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